El gran villano de la Comic-Con, el acoso sexual
- frikiland
- 19 jul 2018
- 3 Min. de lectura
La mayor cita de la cultura popular abrió sus puertas en San Diego y decidió plantar cara a los abusos

La mayor muestra de la cultura popular en la que todo cabe, la Comic-Con que se celebra en San Diego (California, EE UU), lleva años demostrando que el frikismo no tiene género. Frente a los que durante años pensaron que los cómics no son para las mujeres, un simple vistazo a las entre 135.000 y 160.000 personas que se esperan en esta 49ª edición deja clara la diversidad de género de un grupo que durante cuatro días quiere reivindicar que ser geek es cool. Pero las Wonder Woman de a pie, las Jessicas Rabbit de carne y hueso, las Atómicas de bote o las Capitanas Marvel que se pasean por el centro de convenciones de San Diego disfrutando de su disfraz han dicho basta. Lo mismo les ocurre a esas otras profesionales del cosplay, las que se transforman no necesariamente en sus personajes preferidos si no en el que les pide la compañía que las ha contratado. Hermiones para vender libros de Harry Potter o conejitas de Playboy en apoyo a otro tipo de libros. En la Comic-Con todo vale, menos los abusos.
Y por eso se han plantado. Porque el ambiente amistoso y desenfadado de la Con, donde los aficionados se acercan a conocer a sus héroes, tiene esa otra cara menos inocente en la que florecen los acosos, los toqueteos indeseados, los comentarios no buscados o las indiscreciones de quienes se piensan que realmente todo vale.
Esta es la primera Con en la era del #MeToo pero no la primera en la que se producen estas quejas. El grupo Geeks For CONsent lleva seis años defendiendo el eslogan “Cosplay is not consent”. O lo que es lo mismo, el disfraz no te da permiso. Como comentan varias de las afectadas, como la cosplay profesional Ivy Doomkitty (su nombre de pila es Ivy Turner), son muchos los que confunden el personaje del que va vestida con la persona que va debajo del disfraz. “Hay gente que me ha tocado el culo o las tetas como si tal cosa. Y para cuando reaccionas ya se han marchado”, describió su propia experiencia.
A juzgar por sus comentarios y los de otros muchos en grupos contra los asaltos y acosos sexuales, a los organizadores de la Comic-Con también les ha costado reaccionar. Pero, según indica un comunicado de la organización, ya han tomado medidas para evitar este tipo de comportamiento en este mar de gente. Las nuevas normas preceden al #MeToo y fueron el resultado en 2014 de una intensa campaña guerrilla en red que obligó a la Con (y a su convención hermana en Nueva York) a tomar las medidas necesarias. Las normas incluyen una detallada guía de lo que se considera un comportamiento inaceptable además de ofrecer formas de denunciar los casos de abuso ya sea a los equipos de seguridad o a los voluntarios que patrullan el centro de convenciones.
También existe una aplicación con GPS para denuncias que facilita la localización del agresor. El castigo: ser expulsado de la Con y perder la preciada credencial para un evento que siempre agota sus localidades.
“Nuestro código de conducta está creado de manera intencional para proteger, porque la seguridad de nuestro público es una prioridad”,
explicó en un comunicado el portavoz de la organización, David Glanzer. Su deseo, proporcionar un sistema que responda a las necesidades de cualquiera que se sienta incómodo o amenazado.
Comments